martes, 19 de agosto de 2014

T2014/15.- La pretemporda del Córdoba en Primera División.
De sensaciones e ilusiones



Finaliza la pretemporada del Córdoba de Primera División con un par de incertidumbres y algunas convicciones. Incertidumbres como la de la llegada del par de fichajes que dicen que faltan para completar la plantilla o la nómina de los jugadores rescindibles, en la que todo parece indicar que vamos a encontrarnos con alguna sorpresa, porque parece ser que Cordero y cía no sólo buscan refuerzos para alguna línea concreta, sino que también sustitutos para algún jugador de la plantilla actual. Aún a falta de esa consolidación de la plantilla y aunque ninguno de los partidos jugados hasta ahora puedan ser tomados como tales, pues en ellos ha preponderado el carácter probatorio sobre el competitivo, lo visto (poco) y leído durante estas semanas de pretemporada, nos permiten empezar a intuir algo.

Luego llegará la hora de la verdad y pasará lo que tenga que pasar, pero la noche de la presentación quisimos ver que, más bien para bien, algo ha empezado a cambiar, espantamos nuestros temores más primitivos y empezamos a acunar nuevas ilusiones, hasta ahora insospechadas u olvidadas para un aficionado cordobesista. Digo que aquel fue un partido didáctico en el que Ferrer quiso enseñarnos primero lo que ya teníamos, con un anodino once inicial en el que abundaban caras conocidas del año pasado, y luego lo que esperamos ver este año, cuando saltaron al campo la mayoría de los nuevos, con Fede Cartabia y Fidel a la cabeza, y nos regalaron unos veinte minutos de otra cosa diferente a lo que estamos acostumbrados a ver en el Arcángel.

Pero en la atmósfera de intrascendencia que envolvía la noche de la presentación pudieron saborearse más cambios significativos, importantes para mí, aunque ajenos al desarrollo del juego. Fue extraña la sensación que me produjo el bullicio que se escapaba por los vomitorios de la Preferencia, antes del partido, cuando subía por las escaleras hacia mi localidad, lo que tomé como una señal satisfactoria de que allí había mucha gente nueva, mucho mas parlanchina que los "8.000 de siempre"; o como el reparto de manera más homogénea del público de Preferencia por mol de poner precios más baratos a los sectores de los extremos, algo que por una cuestión de estética llevaba mucho tiempo deseando que pasase; o como la desagradable proliferación de las palmas durante el canto de la segunda estrofa del himno, algo que a mí no me gusta pero que ya he dejado de criticar. ¡Ah!, o como el impacto visual de encontrarse en pleno mes de agosto el césped del campo en unas condiciones de conservación estupendas. Síntomas todos estos de los cambios positivos que se están operando en el Córdoba C. F. de cara a la próxima temporada.

Tan improcedente -si atendemos a la ortodoxia- es pretender sacar conclusiones de estos partidos de pretemporada, como inevitable que dejen en nosotros alguna impresión. Pero ya sea en el terreno de las conclusiones o en el de las impresiones, da igual, me parece a mí que las probaturas de este verano han servido para despejar nuestra principal duda y temor: ¿Tendremos un equipo con garantías para competir con dignidad en la mejor liga del mundo, aunque sólo sea con el humilde objetivo de conseguir la permanencia?

Después de los minutos ilusionantes del partido de presentación, los partidos contra el Sevilla (deportividad institucional exquisita, con pasillo incluido al CCF por su ascenso a Primera Divisón) y el Almería nos resituaban con los pies en la tierra y nos anunciaban una temporada llena de dificultades, pero para la que se está forjando un equipo que puede llegar a ser capaz de competir. Nos va a tocar sufrir mucho, pero creo que sí, que tenemos un equipito muy salado para luchar por nuestro humilde objetivo de la permanencia.

En todo caso, pase lo que pase, esa batalla por la mera supervivencia yo estoy dispuesto a saborearla, por encima de todo lo demás, como un regalo de la providencia.


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